noviembre 09, 2012

Ojos bien abiertos

Verano de 2007, Sea World, San Antonio, Texas. El primer viaje que hicimos juntos como "marido y mujer" (después de la luna de miel).


A lo lejos se veía una montaña rusa bastante grande, pintada de color verde que hacia remembraza a una serpierte (y seguramente el nombre era algo así también, pero ya no lo recuerdo).

Yo solía sentirme "la experta en montañas rusas", pues desde niña me subía a todas con mis hermanos, fueran en ferias locales o en parques de diversión grandes como este. Pero ese día mis ánimos ya no eran como los de aquella niñita que fui, sino mas bien me invadía un poco el miedo.

Alegué entonces, que yo ya me había subido a muchas y que no necesitaba esa inyección de emoción; pero Willy insistió con que no pasaba nada y que fueramos a esa (y a otras 3 o 4 mas a las que nos subimos aquel día).

En la fila para subir observé muchos niños pequeños acompañados de un papá o una mamá, emocionados y felices, entonces yo pensaba "si este niñito puede, yo también puedo", aunque por otro lado me repetía que a lo mejor me daba un paro cardiaco ahi arriba (si, asi de exagerada soy jajaja).

Ya casi al llegar a la última fila, en ese tramo donde te separan por carriles para que escojas en que línea del vagon del juego te subirás, había unas pantallas donde se exhibian las fotografías de los que acaban de bajar del juego y pude ver en que curva estaba la cámara.

Así que una vez arriba del vagón, me agarré fuertemente del barrote de seguridad, esbocé una gran sonrisa y abrí bien los ojos sólo para obtener una fotografía qué comprar y llevarme a casa en el momento... Aquí el resultado jajaja

El resto de este juego (y las otras 3 o 4 montañas rusas a las que no subimos aquel día) los mantuve bien cerrados y con un grito unísonoro las superé.

Al siguiente día recuerdo haber despertado con un tremendo dolor en el cuello y en la espalda, pero al final, si que volví a divertirme como niña otra vez!

Concluyo que definitivamente algunas cosas con la edad dejan de ser tan fáciles, pero no se debe olvidar que al niño que llevamos dentro le sigue gustando aventurarse a revivir experiencias emocionantes.

Uno de muchos viajes mas, kangoo.

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