julio 18, 2012

El asunto de las papillas

Cuando Alejandro cumplió los 6 meses, pensé que nos había llegado "la hora" y me puse cual aplicada que soy (para casi todo), en la tarea de seguir paso a paso las instrucciones que me recomendó su pediatra.

Con la lista de verduras y frutas en mano, lo primero que me pregunté fue si darle papillas hechas en casa o probar con las que venden hechas, si darle trocitos de comida o si meter comida en la red especial. Me inundaron las dudas y los temores de estar haciendo "lo correcto".

Primera experiencia, primera papilla

Empezamos la primera semana con las papillas que venden, estos primeros días parecía que todo iba de maravilla para mi, pues el bebé se los comía sin chistar casi. Había días que se comía todo el frasquito y otros que se llenaba con la mitad. Luego se me terminaron las opciones de este tipo de papillas y decidí probar mis artes culinarios. El primer día mezcle la verdura con un poco de leche materna y parecía que le había encantado, pero al segundo día y después de casi dos semanas de haber comenzado a probar los alimentos complementarios, empezó la verdadera aventura, Alejandro parecía haber reaccionado ante la nueva actividad y mostró su verdadera postura ante ello, vomitando las papillas...

Mi primera reacción fue de angustia, estaría haciendo algo mal? Sería algún malestar lo que le provoca el vomito? Tal sería su desagrado por esa verdura que era mejor vomitar? Y así, preocupada emprendí un censo con todas mis conocidas mamás de bebés y niños pequeños, pregunté cual había sido su técnica, en qué mes habían comenzado a introducir qué alimentos y cómo había sido la reacción de sus bebés, cual era su método para preparalas, si estaba a favor o en contra de las papillas que se compran hechas, etc, etc. Y nada, ninguna respuesta me era satisfactoria por completo.

Así que continue con mi encuesta en mi grupo de apoyo a la lactancia y crianza, mis amigas de MIMA, pensando que al menos ellas ponen en práctica métodos más cercanos a como intento criar a mi bebé (digo, ya compartimos el amor al arte del amamantamiento, ellas son de mi clan y hablan mi mismo idioma) y áhí fue donde obtuve respuestas que me dejaron un poco mas tranquila. Me explicaron el método "libre de papillas" donde la técnica es sentar al bebé a la mesa al mismo tiempo que yo hago mis comidas y darle de mi plato lo que él pueda ir provando, teniendo cuidado en el método de preparación de los alimentos (sin sal y a vapor o bien crudos, sin semillas, sin piel y ese tipo de detalles a tomar en cuenta), otro tip era darle en pequeños trozos lo que pueda coger con sus manos para que solito se los lleve a la boca y así vaya probando los distintos sabores, usar la red especial o bien, dejarlo que juegue con un poco de puré de verduras o frutas en su plato o la charola de su sillita especial para comer y sobre todo relajarme, dejar de poner expectativas en él, si lo veo que está feliz, creciendo, sano y sigo alimentandolo al pecho, estar segura y tranquila de que no necesita nada más, darle tiempo a su desarrollo que ya llegará el momento en que comience a comer como un adulto espera.

Con toda esta información, llegamos a casa y guarde "por si se ofrece" los frasquitos de papillas en la alacena y decidí intentar este método, pero en esos días comenzaron a haber muchos cambios en casa,  llegaron las vacaciones, visitas y yo comenzaba también a tener algunos deberes en mi casa que no había tenido que preocuparme en todos estos meses. Así que el estrés continuó y cuando sentaba al bebé a la mesa y él no mostraba interés por la comida yo comenzaba a tener sentimientos. Mal, no va por ahí la cosa, así como con la lactancia, sentía que debía encontrar la forma de disfrutar este cambio y no sufrirlo, algo me faltaba para sentirme segura, me leí el libro del Dr. Carlos González "Mi niño no me come", como una alumna muy estudiosa para su examen.

Al final, todo va caminando bien, terminé de leer el libro y después de relajarme creo que las cosas van de maravilla. Por un lado, mi pequeñito muestra tal desarrollo y felicidad a diario que dejó de preocuparme que ya era "hora" de comenzar con las papillas; me olvidé de ellas, las conocí y por fin me di cuenta que no eran lo mío. También noté que la red especial no era lo suyo, así que comencé a ofrecerle trozos: fruta por la mañana que a veces prueba un segundo y hace alguna arcada, otras solo juega un poco, a veces le gustan y los chupa un buen rato. Hay días que le doy a probar alguna verdura, un trozo de papa o un trozo de tomate, una zanahoria o una lechuga. Y otros días sólo pecho. Y todos contentos.



Probando los trocitos de manzana

La conclusión del libro es muy clara: NO OBLIGAR AL NIÑO A COMER, NUNCA.

En las cuestiones de los bebés mucho es el rollo que traemos las madres por dentro, las expectativas propias sobre su desarrollo, sobre quedar "bien" ante los ojos de los demás, sobre dar explicaciones para no sentir culpa por la decisiones tomadas por instinto. Tratar de comprender las expresiones de tu bebé (el llanto no es su única forma de expresión, aunque si la mas fácil de notar), dejarlo crecer y darte cuenta de que aunque parezca que no es así, los bebés saben, ellos traen su ritmo para todo y una debe disfrutar la aventura y el paseo.

Alimentación complementaria sin prisas, sin sufrimiento, sin tiempos y con naturalidad es lo que más deseaba. Y ahora cada que me invada la pregunta "estaré haciendolo bien?" sólo basta con observarlo unos minutos y contestarme "lo estoy haciendo muy bien".

Gajes de ser mamá primeriza....kangoo :)

1 comentario:

Anónimo dijo...

EXCELENTE CONCLUSION! Un abrazo Vanne!!! Dra. Karina